Cuando nuestras obras hablan por nosotros


Que fácil es hablar y no hacer, es fácil decirle a la gente lo que tiene que hacer, pero parece que resulta muy difícil hacerlo uno mismo. Y es que hoy en día pareciera que cada persona tiene la razón con las palabras que dicen aun cuando esas no sean aplicables a su vida o por lo menos no demuestre con su vida lo que se tiene que hacer.
A veces grita más lo que hacemos que lo que decimos, la gente está pendiente de lo que hacemos y cómo lo hacemos, eso no significa que vamos a vivir para la gente, pero tampoco podemos olvidar que la Biblia dice que somos cartas leídas para el mundo, es decir que la gente va estar pendiente que nuestra vida refleje a Cristo.
Resulta que en ocasiones nuestra predicación se escucha linda, excelente, ejemplar, pero nuestro caminar deja mucho que desear. La voluntad de Dios no es solo que digamos lo correcto, sino que también hagamos lo correcto.
Dios no quiere gente que solo diga palabras bonitas, quiere gente que cumpla su Palabra, que lo ame de verdad, que tenga pasión por Él y que su vida sea el reflejo de todo lo que siente por Él.
La Biblia dice:
“¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría.”
Santiago 3:13 (Nueva Versión Internacional)
Hoy quiero invitarte para que tus obras hablen más que tus palabras, que lo que haces sea el reflejo de lo que realmente crees, porque Dios quiere que tus obras lo muestren a Él.
Cuando logras que tus buenas obras hablen más fuerte que tus palabras, entonces lo que dices cobra más valor, no quieras decirle a los demás que es lo que tienen que hacer si tu mismo no haces lo que Dios quiere que hagas.
La Biblia dice:
“Lo mismo pasa con la fidelidad a Dios: de nada nos sirve decir que le somos fieles, si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de fidelidad está muerta.”
Santiago 2:17 (Traducción en lenguaje actual)
¡Que sus obras hablen por usted!
Renunciar al "estoy mirando"

“El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. (…)
Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno”.
Eclesiastés 11.4,6

Esperar el momento ideal es la mejor excusa para no empezar nunca. Tener la seguridad total para comenzar algo es la forma más segura de no comenzar nada. 

Debemos buscar el momento oportuno, pero no el momento perfecto, pues solo Dios es perfecto y nadie, ni nada, más. 

Por lo general los que progresan son los que actúan más allá de las posibles circunstancias y concretan sus proyectos.

La capacitación, la investigación y la experiencia de otros son fundamentales, pero jamás reemplazarán a la propia experiencia, la única forma de adquirir experiencia es experimentando. 

Si te das el gusto de probar y sembrar lo que está en tu corazón, hay probabilidades de que coseches. Pero si no pruebas sembrando eso que el Señor te mostró, no hay posibilidad alguna de que obtengas cosecha.
  • Sé prudente, no perfeccionista.
  • Sé prudente, no idealista.
  • Sé prudente, no trates de ser infalible.

No te dediques a buscar la oportunidad perfecta, dedícate a perfeccionar las oportunidades que se te presentan. 

No esperes a ser perfecto para emprender las cosas, dedícate a ir perfeccionándote mientras desarrollas las cosas que emprendiste. 

Inversiones: a veces las virtudes se convierten en estorbos, una inversión debe tener 3 requisitos básicos: ser rentable,  segura y cómoda.

Pero buscar la perfección en esto puede convertirse en un estorbo para nunca terminar invirtiendo en nada. Es fundamental asumir riesgos calculados.

Yo bendigo tu vida para que en este tiempo puedas activarte poniendo por obra todo lo que Dios ha puesto en tu corazón y de esta manera puedas desarrollarte en todo.



Cuando nuestras obras hablan por nosotros


Que fácil es hablar y no hacer, es fácil decirle a la gente lo que tiene que hacer, pero parece que resulta muy difícil hacerlo uno mismo. Y es que hoy en día pareciera que cada persona tiene la razón con las palabras que dicen aun cuando esas no sean aplicables a su vida o por lo menos no demuestre con su vida lo que se tiene que hacer.
A veces grita más lo que hacemos que lo que decimos, la gente está pendiente de lo que hacemos y cómo lo hacemos, eso no significa que vamos a vivir para la gente, pero tampoco podemos olvidar que la Biblia dice que somos cartas leídas para el mundo, es decir que la gente va estar pendiente que nuestra vida refleje a Cristo.
Resulta que en ocasiones nuestra predicación se escucha linda, excelente, ejemplar, pero nuestro caminar deja mucho que desear. La voluntad de Dios no es solo que digamos lo correcto, sino que también hagamos lo correcto.
Dios no quiere gente que solo diga palabras bonitas, quiere gente que cumpla su Palabra, que lo ame de verdad, que tenga pasión por Él y que su vida sea el reflejo de todo lo que siente por Él.
La Biblia dice:
“¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría.”
Santiago 3:13 (Nueva Versión Internacional)
Hoy quiero invitarte para que tus obras hablen más que tus palabras, que lo que haces sea el reflejo de lo que realmente crees, porque Dios quiere que tus obras lo muestren a Él.
Cuando logras que tus buenas obras hablen más fuerte que tus palabras, entonces lo que dices cobra más valor, no quieras decirle a los demás que es lo que tienen que hacer si tu mismo no haces lo que Dios quiere que hagas.
La Biblia dice:
“Lo mismo pasa con la fidelidad a Dios: de nada nos sirve decir que le somos fieles, si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de fidelidad está muerta.”
Santiago 2:17 (Traducción en lenguaje actual)
¡Que sus obras hablen por usted!
Renunciar al "estoy mirando"

“El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. (…)
Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno”.
Eclesiastés 11.4,6

Esperar el momento ideal es la mejor excusa para no empezar nunca. Tener la seguridad total para comenzar algo es la forma más segura de no comenzar nada. 

Debemos buscar el momento oportuno, pero no el momento perfecto, pues solo Dios es perfecto y nadie, ni nada, más. 

Por lo general los que progresan son los que actúan más allá de las posibles circunstancias y concretan sus proyectos.

La capacitación, la investigación y la experiencia de otros son fundamentales, pero jamás reemplazarán a la propia experiencia, la única forma de adquirir experiencia es experimentando. 

Si te das el gusto de probar y sembrar lo que está en tu corazón, hay probabilidades de que coseches. Pero si no pruebas sembrando eso que el Señor te mostró, no hay posibilidad alguna de que obtengas cosecha.
  • Sé prudente, no perfeccionista.
  • Sé prudente, no idealista.
  • Sé prudente, no trates de ser infalible.

No te dediques a buscar la oportunidad perfecta, dedícate a perfeccionar las oportunidades que se te presentan. 

No esperes a ser perfecto para emprender las cosas, dedícate a ir perfeccionándote mientras desarrollas las cosas que emprendiste. 

Inversiones: a veces las virtudes se convierten en estorbos, una inversión debe tener 3 requisitos básicos: ser rentable,  segura y cómoda.

Pero buscar la perfección en esto puede convertirse en un estorbo para nunca terminar invirtiendo en nada. Es fundamental asumir riesgos calculados.

Yo bendigo tu vida para que en este tiempo puedas activarte poniendo por obra todo lo que Dios ha puesto en tu corazón y de esta manera puedas desarrollarte en todo.